Según cuenta la leyenda, el Cacique Hunzahúa quien pretendía el amor de Noncetá, una de sus hermanas, decidió un día, con el fin de escapar de la vigilancia de su madre, llevar a su hermana a la provincia de los chipataes para comprar algodón. Allí la sedujo y al regresar, al notar la madre que el vientre y pechos de su hija crecían, montó en cólera y arremetió contra ella con la ana (palo para agitar la chicha), pero la muchacha se ocultó tras el recipiente en el que se preparaba el licor, y éste, al ser golpeado se quebró, dejando derramar la chicha contenida en él formando un pozo que se convirtió en agua.
Posteriormente, en tiempos de la conquista, Quemuenchatocha, temiendo que los españoles se apoderaran de su oro, ordenó a su pueblo que arrojaran todas sus riquezas al pozo para que jamás pudieran recuperarlo.
El capitán español saturniano Jerónimo Donato de Rojas, intentó, en el siglo XVII, desecar la laguna sin obtener éxito alguno. De ahí que se le conozca como Pozo de Donato.
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